lunes, 7 de mayo de 2012

Una de videos

Pues igual que antes, esto no es trabajo de un día ni de una sola idea o de un solo Guillermo. Es otra recopilación del tuenti.











"Los consejos son como los culos, cada uno tiene el suyo propio" Adolfo Barreno.

Canciones

Lista de canciones:
Esta recopilación no es de un día, la he ido guardando y publicando en otras redes sociales tales como, por ejemplo, Tuenti.


















Como diría un viejo amigo "Enjoy it".

domingo, 6 de mayo de 2012

¿Nuestra manera de describir nos describe?


En su conferencia, Agustín Fernández Mayo explicó qué es para él escribir bien. Es decir, para él, el arte de escribir bien consiste en, por ejemplo, describir un vaso como si lo viese un extraterrestre; decir algo nuevo o algo que todo el mundo conozca pero de forma diferente, dar a lo común de una descripción tu propia individualidad que puede ser, simplemente, destacar una cualidad o característica del propio objeto que tenga más relevancia que el resto para uno mismo y que será en muchas ocasiones (y siendo elaborado) algo individual que despertará una respuesta quizás de acuerdo y conformidad, o quizás de discordancia con el próximo lector que lo lea que puede ser él mismo o puede ser otra persona.
La verdad es que me siento muy identificado con esto, considero que si una persona observa una habitación común, por ejemplo, nunca va a describirla igual que otra persona, siempre va a haber diferentes detalles que quizás se vean en la propia descripción a simple vista o que solo se aprecien en cosas casi imperceptibles como la manera de ordenación de la descripción; dos personas pueden poner las mismas cualidades pero seguramente la ordenación de estas será diferente.
Esto me lleva a otro punto, ¿un narrador es capaz de describir por completo una escena? Yo, por mi parte, considero que es imposible, no vemos todo lo que pasa y cada uno, como he dicho antes, ve las cosas de forma diferente, con lo cual esto es imposible.
Esto nos lleva al último punto de esta idea y título de esta exposición. Entonces, ¿nuestra manera de describir nos describe? (valga el juego de palabras). Yo, por mi parte, considero que sí, que la descripción de un novelista sobre una escena dice mucho de él, es como la caligrafía de una persona; es individual y única no solo en el individuo sino en el individuo en un determinado espacio y tiempo.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre en mi relato El infierno es exotérmico, en este relato hay una escena en la cual el protagonista acaba de hacerse un sándwich caliente, y antes de poder probarlo llaman a la puerta y debe irse, al volver lo que resalto de la escena es que el sándwich se ha quedado frío.  Creo que habría pocas o ninguna persona que habría descrito que al volver el sándwich se había quedado frío, al menos esa es mi impresión.


Quizás por eso me guste tanto las novelas de finales del XIX y principios del XX...


lunes, 23 de abril de 2012

Diálogos: El infierno


 El infierno

Personajes
Javier
Alberto
Detenido
Jefe

Escena
(Se abre el telón, es una habitación con tres sillas y una mesa, las paredes tienen humedad y por ello la pintura que antes era blanca ahora es gris y está descascarillada. Hay dos hombres, uno está esposado, con un vendaje en la cabeza y sentado en la silla, y el otro está de pie fumando un cigarrillo).
Detenido.- (Acaba de despertar, cabizbajo y tocándose el vendaje) ¿Dónde estoy?
Alberto.- Vaya, ya te despiertas. (Da una calada). Mejor, así no te tendrá que despertar mi compañero, ¿recuerdas el golpe que te ha dado antes?, pues eso no es nada. El caso es que te hemos apresado y por el momento no necesitas saber nada más.
(Alberto apaga el cigarrillo en la pared y el detenido se va a levantar para replicar pero de repente se abre la puerta, entra Javier y pega un empujón al detenido que le hace quedarse inconsciente, ninguno se percata de ello).
Javier. ¡Quieto ahí puto rojo! Mira Alberto cómo lo hago, así hay que tratar a esa chusma. Sin mariconadas, a ostia viva.
Alberto.- ¿Pero no será mejor que llegue el jefe para empezar el interrogatorio?
Javier.- Se nota que eres un novatillo por muchas recomendaciones que tengas. De verdad, a veces pienso que lo único que has hecho para recibirlas ha sido lamer culos y dejar que te lo peten esos maricas con dinero. Si hubieses luchado en la guerra civil y hubieses estado varios años de policía serías un verdadero hombre. A mí lo que más me gustaba del cuerpo era cuando soltábamos a los presos creyendo ellos que iban a ser libres, y cuando llegaban a los 10 metros… (Alza la mano con la pistola en alto). Pum, adoraba ver cómo caía al suelo esa escoria. (Pensativo) Bueno, no me desviaré más del tema (ríe). El caso es que hay que calentarle un poco antes de que venga el jefe para que cuando llegue él este mal nacido escupa lo que sabe más rápido en lo que una puta barata escupe mi semen cuando no la pago bien.
Alberto.- (Sin prestarle mucha atención). Entiendo.
Javier.- Eso es lo que quiero oír. (Mira al detenido) Ahora veamos…  vamos a ver… Bueno, hijo de puta, hasta que no llegue el jefe no vamos a hacer preguntas, (niega con la cabeza) no es necesario, no tendría sentido. Además, quiero divertirme contigo. Cada vez encontramos menos grupos de bastardos como el tuyo y eso me entristece mucho… Así  que vas a tener que recibir por todos los bastardos como tú a los que no voy a poder machacar por estar en el exilio. ¡Cobardes! (Propina una bofetada al detenido que al estar dormido no se entera).
Alberto.- Al menos no le dejes inconsciente, y ten cuidado con no desencajarle la mandíbula. El jefe quiere que pueda hablar.
Javier.- Pero qué lameculos que estás hecho. (Propina otra bofetada al detenido que empieza a tener sangre en la boca). En fin… Pues si no quieres que muera ve inmediatamente a llamarle porque pronto no quedará nada de él.
Alberto.- Está bien. (Hace mutis y Javier se saca un cigarro y se pone a fumar).
Javier.- Puff, estoy hasta los cojones de ese niñato que no tiene casi pelos en los huevos ni sangre de otras personas en sus manos, ¡ahora incluso me tutea! Que si una cosa, que si cuidado, que si no le mates, que si bah, sandeces y gilipolleces, estoy harto y me da rabia con qué velocidad ha subido en el escalafón de la organización, lo que yo tardé tres años él lo ha hecho en uno… (Pensativo) Seguro que es algún niño mimado de papá porque otra cosa… (Al cabo de dos minutos apaga el cigarrillo y mira su reloj. Se enfurece). ¡15 minutos ya! Me cago en las muelas de Azaña, cómo está tardando en volver esta niña mimada. Me aburro y eso no es bueno porque a este paso voy a empezar acortarte los dedos uno a uno. (Se acerca al detenido y llaman a la puerta). ¡Adelante! (Entra Alberto seguido de su jefe). Hola Jefe.
Jefe.-Imbécil, se te oía desde el principio del pasillo. Qué estúpido eres, menos mal que te he puesto a este muchacho para que te ate en corto a la hora de cometer animaladas. En fin, contadme qué tal os ha ido la operación.
Javier.- Que te lo explique el novato, yo paso. (Se muerde una uña).
Alberto.- Bueno Jefe, la operación salió peor de lo imaginado, si Javier no hubiese abierto fuego tan pronto…
Javier.- (Enfadado). ¿Cómo que tan pronto? Estaban a punto de escapársenos y tú no hacías más que repetir como un bebé “Aún no te muevas, paciencia ten pa”…
Jefe.- (Cansado). Pero ¿te puedes callar lerdo? Si no fuese por tu frialdad a la hora de matar y de hacer interrogatorios en última instancia te habría denunciado hace mucho a la policía, te tienen unas ganas por lo que le hiciste a tu compañero que pactarían con el mismísimo demonio para juzgarte y fusilarte. Por eso me gusta tenerte comiendo de mi mano. Bueno, sigue contándome.
Alberto.- El caso es que tras el primer disparo los siete hombres han empezado a huir y Javier les ha empezado a perseguir, sin embargo solo a cogido a este que le ha dado al tirarle una piedra y le ha dejado inconsciente.
Jefe.- Estoy decepcionado con vosotros. (Encoge los hombros para quitar peso al asunto). Pero en la situación actual pillar a uno de estos es como coger el humo con las manos y pagan muy bien. Así que primero le sacaremos la información para nuestros superiores y después, si sigue en buen estado, lo llevaremos a una comisaría para que nos den una recompensa por él. (Se pasea de un lado a otro). Bueno, está bien, ¿Cómo te llamas? (El detenido sigue inconsciente y ahora los tres caen en ello). ¡Despertadle! (Va a despertarle Javier). No, mejor que lo haga Alberto, no quiero que acabe con la mandíbula salida. (Alberto le da unos cachetes y el detenido se despierta).
Detenido.- ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué su…
Jefe.- ¡Cállate! Aquí el único que hace preguntas soy yo. Así que dime cómo coño te llamas.
Detenido.- Mi nombre es Álvaro García Montero, pero ¿qué…
Jefe.- Javier machácale de un puñetazo su mano contra la mesa para que aprenda a obedecerme. (Al Detenido). ¡He dicho que solo yo hago preguntas! (A Javier de nuevo). Y después saca el cuchillo por si acaso aún no llega a entrarle esto en la mollera. (Javier le atiza y el detenido grita de dolor). Siguiente pregunta ¿eres del PC?
Detenido.- ¿Cómo ha dicho?
Jefe.- ¡Que si eres del Partido Comunista coño!
Detenido.- (Asustado se mea en los pantalones, está en shock). No, no, solo he estado en una reunión, si lo que queréis es información yo no sé nada. (El jefe se pone detrás del detenido y le huele).
Jefe.- Eso es mentira. Pobrecillo ¿te has meado? ¿Sabes lo que les hago a los que se mean y me mienten? Solo diré que mi mujer no me da lo que quiero y hace semanas que no me voy de putas porque el Mandamás me tiene vigilado, así que vas a recibir las consecuencias de ello. Alberto, Javier sujetádmelo bien mientras le jodo. Si me dices la información ahora te haré el menor daño posible y todos contentos, es decir, no te rajaré para que entre bien a la primera, si no hablas ya sabes lo que toca. ¡Alberto dame el cuchillo! (El detenido intenta moverse pero no puede).
Detenido.- (Intentando soltarse). ¡No, eso no por favor! ¡No he mentido en nada, lo único es que esta era mi primera reunión y no sé mucho!
Jefe.- Está bien, ¿quiénes son los que estaban contigo? ¡Dime sus nombres!
Detenido.- Sólo me sé los nombres de dos de ellos. Se llaman Diego Pérez Sánchez y Gregorio Vicente Fernández. A ambos los conocí en un bar que se llama “Bar Julián”, pero no suelen frecuentar ese bar más de una vez por semana: los miércoles. Les caí bien a lo largo de varias semanas y me invitaron a su grupo ¡No sé nada más!
Jefe.- Muy bien, muy bien, ¿y de qué estuvisteis hablando en la reunión?
Detenido.- No hablamos casi, nos estábamos quejando de cómo iba el mandato de Franco.
Jefe.- ¡No me mientas joder! Mira que empiezo a rajarte.
Detenido.- Vale, vale. Sólo hablamos de una cosa importante. Hemos hablado sobre que la Pasionaria iba a entrar en España para alentarnos a seguir luchando, para burlarse del régimen haciéndose una foto en pleno Madrid, para que viésemos que la vigilancia no es tan dura como hace varios años y …
Jefe.- ¿Y  cuándo va a venir?
Detenido.- (Llorando). ¡No lo sé, no dijeron nada más! El resto de información no lo sabían ellos por seguridad. No sé nada más, en serio, ¡No sé na...
Jefe.- (Da un golpe en la mesa). ¡Basta! Por el momento es suficiente. Alberto, Javier, atadle con las esposas a la mesa y largaos de aquí y hasta dentro de media hora no volváis. Este ya está acabado, lo huelo, no sabe nada más.
Alberto y Javier.- (Al unísono). ¡Sí Jefe! (Alberto y Javier le atan con las esposas y Javier deja el cuchillo encima de la mesa y sonríe al jefe. Tras esto ambos se van de la habitación. El detenido empieza a gritar).
Jefe.- Bueno, ¿por dónde íbamos? Ah, ya me acuerdo. (Coge el cuchillo de encima de la mesa).
Detenido.- ¡No! ¡No! ¡Por favor no lo hagas! ¡Socorro! ¡Socorro!

(Telón).

Personajes
Javier: Complejo de Aquiles y complejo de Caín.
Alberto: Complejo de Pulgarcito.
Detenido: Complejo de Dafne.
Jefe: Complejo de Aquiles.


miércoles, 14 de marzo de 2012

Práctica 3

El chicle


Personajes
Longinius (L)

Escena primera
Es una cocina la cual se puede poner en el escenario como cocina entera o solo con el cubo de la basura que es el único elemento importante de la misma, este debe tener una apertura de pisada. Entra Longinius y se acerca al cubo de la basura, este va mascando un chicle mientras en la otra mano lleva un móvil. Las luces del se van encendiendo poco a poco con su llegada.
L. Maldita sea, ¿por qué?... No sabes la rabia que me da tirarte. ¡Tú! que eres lo último que conservo de ese momento, de esa despedida.
De la boca, con resignación, se saca el chicle que está mascando y empieza a amasarlo haciendo de él una bola.
L. Odio tener que hacer esto… ¡no quiero! Querría conservarte para siempre. Sin embargo ¡debo hacerlo!, no puedo dejarme llevar más por estos sentimientos y por ello quiero darles funeral aquí mismo.
Suspira y mira el chicle como si fuese una perla o un diamante desde distintos puntos de vista.
L. Y decir que en un principio eras algo meramente material, meramente físico. Que eras algo para quitarme el mal sabor de boca que me había dejado la pizza y la Pepsi por si acaso llegaba a besarla en algún momento, tal y como una parte de mí ansiaba… Sin embargo, ahora tu esencia es completamente diferente, ahora no eres un mero instrumento para dejar la boca con buen sabor y olor sino que también eres el único espectador que ha presenciado esa despedida, ese último encuentro con Graziella. La verdad es que ha sido raro desde el principio hasta el final, sobre todo el final. Este me ha sabido a poco. Al contrario que tú, que has cumplido tu cometido correctamente.
Pasea de un lado a otro y de vez en cuando mira el chicle el cual sigue amasando continuamente, obsesionado con él.
L. Aún así, es normal que haya sido raro. Es una despedida con una persona, un encuentro de este tipono se repite con asiduidad. Además, es aún más raro si cabe por el hecho de que en este caso los sentimientos que tenía no los podía decir, no me he atrevido. Sin embargo, eran casi corpóreos. ¿Acaso se habrán hecho corpóreos como las apariciones de fantasmas y se habrá asustado por ello cortando de pronto la conversación?... Nunca lo sabré.
Teclea en el móvil.
L. Hombre, quizás se ha ido rápido porque estaba cansada. Es cierto, quizás ha sido por eso. Como tú ya has visto, cuando hemos empezado a hablar he visto que tenía mala cara y he hecho bien en preguntarle, así he sacado el primer tema de conversación. Y tenía razón, parece ser que ayer se pilló una buena borrachera y hoy estaba con la resaca.
Se desespera y aplasta el chicle mientras se encoge sobre sí mismo intentando poner más fuerza en el acto de presionar el chicle.
L. ¡Maldito sea el momento en el que decidí no ir con ella a la fiesta cuando ella misma me lo pidió varias veces! ¡Maldita sea el haber tomado una decisión de la que ahora me arrepiento!, ¿por qué me negué? ¿Por qué? No lo entiendo, creo que soy estúpido y tú hoy has comprobado esto al final.
Si hubiese ido a la fiesta seguro que habríamos hablado mucho más, seguro que habría llegado a conocerla mejor y no sé. Quizás habría conseguido lograr lo que una parte de mi quería, haber puesto llama a esa atracción que sentía, haberla quemado por entero y dejarme un sabor dulce, fresco e intenso.
Aunque quizás no es mala suerte, quizás el destino ha impedido mi fracaso… ¡Me niego a creerlo! Me niego a pensar esto después de esa despedida tan confusa por no poder expresar todo lo sentido, hacerlo verdad.
Pero por otro lado es posible que fuese un fracaso porque he intentado remendar mi error de anoche pidiéndola muchas veces que si venía a tomar algo a un café. Así ganar tiempo para hablar con ella, tener espacio para decidir mejor cómo lanzarme, cómo expresarlo y hacerlo.
Aún así, aún habiendo insistido, ella se ha negado y, además, ha dicho algo que me ha llenado de perturbación, seguro que a ti también te ha pasado. Ha sido con su frase final y que ha zanjado todo el tema: “no quiero hacer nada malo”.
Tras este momento me he quedado cómo ahora al recordarlo, ¿por qué iba a hacer algo malo? ¿De qué tenía miedo para no querer venir conmigo?
He estado dando vueltas a esa frase durante gran parte de la conversación con ella, y no he estado atento a lo que me decía porque quería descifrar el por qué de su respuesta. ¡Gilipollas de mí! Si hubiese sido lo bastante valiente se lo habría preguntado a ella, que era la que lo sabía, y no me habría comido la cabeza de la manera en la que lo estoy haciendo. Es un enigma que jamás volveré a saber porque lo peor de todo es que no voy a tener el suficiente valor para preguntárselo, soy un cobarde.  
Suspira.
L. Y lo peor ha sido la despedida, ha empezado a decir que me había portado muy bien con ella y que era una persona muy buena. Yo se lo he negado todo el rato, no soy bueno, soy una persona normal como el resto de la gente o al menos una gran mayoría. Y, de pronto, mientras estábamos discutiendo sobre esa tontería, ha cogido y ha cortado la conversación despidiéndose. ¡Me cago en la puta! Cómo he aborrecido este momento porque significaba el final. Un final que yo no quería que llegase.
Y ese final ha sido el golpe de gracia que le faltaba al asunto, el golpe de ironía que remataba todo esto. Al ir a darnos dos besos de despedida nos hemos ido acercando sin girar siquiera levemente las caras, como si anhelásemos fusionar estos dos besos en uno solo lleno de pasión y de fuerza proveniente de nuestros sentimientos.
Sin embargo, como si un ser superior nos controlase a los dos, al final esa fusión se ha deshecho y nuestras caras se han girado levemente besándonos en las mejillas. Lo peor de todo ha sido el final porque tras esto nos hemos dado un abrazo intenso en el cual hemos lamentado como cobardes lo que no hemos expresado como valientes.
Y tras esto, idiota de mí, me he dado la vuelta y me he marchado sin mirar atrás. ¿Y si ella se ha girado? ¿Y si no era aquel el final?... (Niega con la cabeza) Jamás lo sabré. Y jamás sonará esta melodía en mi móvil porque es la melodía que sonaría en el caso de que me llamase, así que la pondré ahora para no escucharla nunca más.
Abre la basura accionando la palanca con el pie y mira al chicle por última vez antes de lanzarlo y pone la canción Filosofía Barata de M-Clan. Se pone en un estado de rabia, odio e impotencia y agacha la cabeza.
L.−  Adiós Graziella. Adiós.
Termina la canción, deja de presionar el interruptor de apertura de la papelera y abandona poco a poco el escenario. Al contrario que en el principio, las luces se van apagando poco a poco con su salida.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Práctica 2

«Más vale tarde que nunca.». Refrán español. 


Gustos temporales



Me gustaría basar este trabajo en la pregunta que hice a la autora y protagonista del seminario: Consuelo Triviño. Esta pregunta trataba sobre el momento del día en que le gustaba escribir. A esto, ella me contestó que le gustaba escribir antes de ir a trabajar, aproximadamente desde las seis hasta las ocho de la mañana. Y luego dijo que era por el hecho de que en ese momento se encontraba más relajada antes de empezar el día. Lo único malo, como después resaltó con una pregunta de otro compañero sobre el hecho de que si perdía muchas ideas y no las llevaba al papel, es que de camino al trabajo tenía buenas ideas que se le olvidaba apuntar y, por tanto, “caían en saco roto”. El caso es que, tras escucharla decir esto, observé que sus gustos eran diferentes a los míos, de ahí la elección de este tema.
Mi gusto es completamente distinto al de esta autora. Antes de nada, es necesario explicar que yo no trabajo escribiendo libros o, al menos, no vendo libros sino simplemente son trabajos para clase, y por lo tanto nuestra forma de utilizar nuestro tiempo de escribir es diferente.
Como iba diciendo, sus gustos difieren de los míos ya que a ella le gusta escribir por la mañana y a mi, por el contrario, me gusta escribir por la noche, en un horario de 10 de la noche en adelante cuyo número de horas o minutos varía dependiendo de las ideas que quiera plasmar en la pantalla independientemente del cansancio que tenga.
Los motivos por los cuales me gusta escribir por la noche es son varios. El primero y fundamental es que en este momento es cuando más he madurado las ideas que he ido recopilando a lo largo de todo el día. Luego, el resto de motivos son más externos a mi y corresponden a las condiciones en las que escribo. El caso es que mi casa por la noche está más tranquila, está en absoluto silencio. Esto es así debido a que mi familia se ha ido ya a la cama y, por lo tanto, no hay ningún movimiento que cause ruids. Y finalmente,  me gusta más escribir por la noche por el hecho de que la temperatura es más baja y el frío me ayuda a concentrarme, me relaja. El calor, sin embargo, me agobia y con él no puedo escribir con soltura, tal y como lo estoy haciendo ahora.
En conclusión, una prueba de que la noche me gusta más para escribir y que la utilizo para ello es el trabajo final del cuatrimestre anterior, en el cual recopilé muchas ideas, aunque a mi en vez de escapárseme por la mañana al ir al trabajo se me escapan por la noche antes de cerrar de manera definitiva los ojos. 

miércoles, 29 de febrero de 2012

La historia de Alembic

«Él me contó la historia en una playa virgen cuya arena era escasa al estar formada por rocas y guijarros. Las primeras de color naranja y los segundos de tonos morados y azules oscuros. El agua tenía un color azul turquesa por el reflejo del sol y la brisa era agradable en en esa hora.

–¿Quieres que te cuente una historia que vino conmigo en el Delorio?– Me dijo tras bostezar mientras se estiraba para desentumecerse el cuerpo.
–Está bien, cuéntamela.– Contesté.
–Perfecto pues, pero para escucharla deberás saltar y entrar en el agua, es aquí donde la escucharás porque yo soy el agua al igual que tú eres yo.– Terminó de decir. 
Después de esto salté al agua con ganas de saber qué había creado con el fin de entretenerme.»


Los mundos de...  Página  23.






El infierno es exotérmico

El profesor de química deambuló sin rumbo fijo sobre el tablado de madera entre la pizarra y su mesa observando los exámenes. Parecía que buscaba uno con avidez mientras que la diversión se estaba empezando a reflejar en su cara.
–Un examen muy divertido, sí señor, solamente con un diez por ciento de aprobados. –El profesor sonrió aún más de forma maliciosa al ver la expresión de sorpresa y terror que se acababa de asentar en la cara de la porción de estudiantes de primera y segunda fila. La mayoría de estos le habían estado atosigando a lo largo de las últimas semanas de clase para preguntarles dudas que, según él, eran de cajón de madera.
–Sin embargo, ahora no os voy a dar las notas ya que aún no las he pasado al cuaderno. Esta tarde las colgaré en la página de la universidad. Lo que sí me gustaría hacer es leeros una respuesta muy original que he encontrado a la pregunta número dos. Ya sabéis, en ella teníais que contestar hablando de la ley de Boyle-Mariotte, que de manera simple nos cuenta que el gas se expande cuando está caliente y el gas se concentra cuando está frío. –Explicaba el profesor como si esto fuese lo más sencillo del mundo y estuviera ante unos parvulitos. –El caso –siguió diciendo– es que el señor Ballesta Dijkhuiren ha contestado algo un tanto especial.
En ese momento, todos los pares de ojos del alumnado, unos de forma sutil y otros de forma descarada, miraron al joven de pelo rubio que estaba en Babia hasta el momento en el que nombraron sus apellidos.

Cinco días antes del examen
Las vacaciones de Semana Santa habían terminado hace cinco días  y llevaba solo estos cinco estudiando termodinámica como una máquina. –La Semana Santa ha sido utilizada para otro asunto mayor y más importante que este estúpido examen.– Se repetía en su cabeza constantemente hasta el punto de parecer un pestañeo.
Es por ello que no lo llevaba muy bien. Además, no había dormido mucho en estos dos días porque siempre tenía la misma pesadilla que auguraba lo peor. –Espero que no tenga que actuar antes del examen. – Se decía mentalmente, esta frase también se repetía como la anterior, pero más a modo de súplica o ruego y, sobre todo, cada vez que se levantaba después de notar como el ojo de un halcón se le clavaba en sueños.
En general, ya llevaba estudiado un treinta o cuarenta por ciento del examen, según sus cálculos le quedaba el apartado de sistemas cerrados y una mínima parte de sistemas abiertos. –A ver si para hoy me quito lo que me queda de los abiertos y empiezo con cerrados.
Alem siguió estudiando en su habitación, la cual estaba desordenada por completo. Aún habiéndola tenido limpia hace dos semanas por el cambio de los muebles viejos que le habían acompañado desde su llegada, hará en breves dos años, a casa de sus abuelos en Canillas, por unos nuevos. Él antes vivía con sus padres en Ámsterdam con su familia materna. Sin embargo, tuvo que mudarse a Madrid  a vivir con su familia paterna para poder ir a la Universidad Politécnica de Madrid. Ahora  echaba los muebles viejos de menos, les había cogido cariño, pero estaban en muy mal estado y en la vieja cama últimamente no podía dormir por la falta de baldas en el somier.
De repente, y en medio del planteamiento de un problema sobre queroseno y aviones. Elevation de U2 empezó a sonar en su móvil. –¿Qué raro que esta me llame ahora? – pensó. Y cogió el movil.
–¿Si? – preguntó Alem por el aparato.
–Hola Alem, soy yo; Violeta. Verás, sé que estarás ocupado con el examen y no tendrás tiempo para otra cosa. Sin embargo, ¿podrías venir a la biblioteca que está cerca de mi casa el martes? Sé que es la víspera del examen, pero no tengo otro momento para que puedas resolverme unas dudas sobre sistemas abiertos, según lo que me dijiste ayer ya casi lo tenías entero. Así que ¿podrías venir conmigo?, por favor.
Alem se sorprendió, por lo que había observado en clase el mes pasado, Violeta se desenvolvía bien con ambos temas. La verdad es que no le dio más vueltas al asunto. En primer lugar, Violeta era una buena amiga, y aunque ella sabía que desde primero él había estado atraído por ella, ella nunca se había apartado de su lado. Cabe destacar que al principio fue un poco cabrona y en el momento en el que Alem intentó besarla porque a él le pareció que ella también estaba atraída por él, ella se apartó y le dijo textualmente “El infierno se congelará antes de que me acueste contigo.”. La verdad es que se pasó muchísimo y Alem se sintió mal durante unos días. Aunque al día siguiente ella le pidió perdón y le dijo que había tenido un muy mal día y que la pagó con él. Eso le reconfortó mucho y al final no le importó lo que le dijo ya que gracias a ello pasaron de ser compañeros a buenos amigos.
–Vale, no te preocupes, el martes me viene bien. Pero ¿a qué hora?
–¿Las 6 te parece buena hora?
–Vale, sin problemas, pues nos vemos el martes a las 6 en la puerta de tu biblioteca. ¿Algo más?, por cierto, me extraña en ti que no tengas algo claro… pero bueno, no somos perfectos. – Dijo riendo.
–Eso, eso. No, por el momento nada más.
–Pues nada, un abrazo y espero que te cunda el estudio.
–Lo mismo te digo. Besos.
Alem cerró el móvil y siguió estudiando el resto de tarde, aunque no le dio para mucho. Tras cenar huevos fritos con patatas decidió irse a la cama para ver si podría levantarse pronto y seguir con esta empresa.

Cuatro días antes del examen
Los sudores recorrían la frente del muchacho mientras en su mente resonaba su nombre. Ahora el reloj de muñeca con  el relieve de un halcón posado en una rama le quemaba levemente en la misma. –Esto es nuevo.- Pensó. Lo olía en el aire, lo sentía en su cuerpo y… lo notaba en su alma. Sus temores se estaban haciendo realidad, el enfrentamiento sería antes del examen. Lo bueno es que esta vez estaba algo más preparado por el entrenamiento recibido en Semana Santa.
Pero, aunque era optimista e intentaba centrarse en el examen, el joven no podía, un vacío en el estómago producido por el acontecimiento venidero le limitó hasta tal punto que aún quedándole la mitad del temario decidió hacer una comida “campestre” en el Parque Oeste y pasar allí la tarde.
Sin embargo, el tiempo no le fue favorable, ni climatológica ni psicológicamente ya que el gris del cielo, aunque era un gris muy común, le recordó aquel día que, como aquel cielo, Alem pensó que iba a ser como otro más.

Siete meses atrás
Alem se levantó a la una de la tarde, físicamente estaba agotado porque el vuelo desde Amsterdam le había resultado pesado. Sin embargo, ese no era el motivo por el cual no hubiese abandonado mucho antes las sábanas, el motivo era completamente psicológico; Willem Dijkhuiren, su abuelo materno, había muerto a la edad de 67 años. El motivo: salvó a una chica de 25 años de ser atropellada, pero no pudo que a él le atropellasen causándole la muerte inmediata.
El funeral había sido hace cinco días y había estado hasta ayer con su familia materna para apoyarse los unos en los otros. No se lo podía creer, era un buen hombre que había tenido una vida muy sana y había sido muy querido por sus conocidos. Perfectamente podría haber alcanzado los 80 años, por no decir los 90. –Lo peor siempre le llega a los mejores.– Pensó Alem con la tez húmeda y enrojecida por el reciente paso de un arrollo de lágrimas; las pocas que le quedaban.
Al fin, Alem abandonó su refugio de telas y fue a hacerse un sándwich ya que en su estómago no entraba más comida. El pan olía a tostado cuando llamaron a la puerta. Alem lo sacó de la tostadora, salió de casa y llegó hasta la verja. En la verja había un cartero de correo urgente.
–Hola, ¿vive aquí el señor Alembic Ballesta…?– preguntó el hombre, que aún intentaba leer su segundo apellido aunque sin ningún resultado.
–Dijkhuiren, Ballesta Dijkhuiren. – No tardó en decir Alem para socorrerle. – Soy yo, ¿qué desea?
–Verá, venía a entregarle un paquete. – Afirmó mientras sacaba una carpeta y un bolígrafo. –Firme aquí.– Dijo finalmente y señaló en qué lugar tenía que firmar.
–Entendido.– Dijo él, que cogió el bolígrafo que le ofrecían y puso su firma en dicho lugar.
–Vale, pues aquí tiene su paquete, muchas gracias.– El hombre le entregó un paquete donde no había remitente, nada más que había sido enviado desde los Países Bajos, justamente desde Amsterdam. Eso le extraño mucho. ­–En fin, dentro lo abro y misterio resuelto. – Pensó mientras cerraba la verja con llave.
El pan del sándwich se le había quedado frío, ya no estaba tan bueno como aparentaba al sacarlo del tostador. Alem retiró las migas que había dejado en la mesa de la cocina por el manejo de las rebanadas y cogió unas tijeras para abrir el sobre. Dentro de él había dos objetos y una nota. En primer lugar, la nota, escrita en holandés, decía lo siguiente:
El rompecabezas guárdalo en un lugar seguro y el reloj debes llevarlo siempre si no quieres que el trabajo de tu abuelo sea en balde. Te ruego que hagas lo que te pido y que no desconfíes en mi. En su momento sabrás el resto, aunque pasarán meses hasta ello.
P.D: El hecho de que tus familiares te vean el reloj no es ningún problema ya que en el testamento figura que te pertenece y que en el caso de que muriese tu abuelo se te enviaría por correo. Sobre el otro objeto no digas nada, en su momento sabrás su utilidad.
En efecto, los otros dos objetos que había en el paquete eran una bola que era un rompecabezas de madera y el otro objeto era el reloj de muñeca de su abuelo; un reloj de plata que tenía de relieve dentro de la corona un halcón posado en una rama. La verdad es que este reloj no lo veía desde hacía un par de años, pero sabía que su abuelo le tenía mucho cariño y, no sabía por qué, pero no tuvo mucho reparo en confiar y hacer caso de lo que ponía en la nota. Aún así, se preguntó quién y por qué le enviaban y pedían eso. Sin embargo, la seguridad y la calma se asentaron en su mente hasta el punto de no llegar a darle más de diez vueltas al asunto dentro de su cabeza.
Esa misma noche, Alem soñó que se encontraba en el campo, pero no en una zona verde cualquiera, sino un paraje cerca de la capital holandesa lleno de verdor en el que solía ir a jugar con su abuelo de pequeño.
–Algún día­– comenzó a hablar su abuelo– este reloj te pertenecerá.– Dijo, señalándose la mano derecha, donde tenía el preciado objeto. –Y os cuidaréis y protegeréis el uno del otro como si de hermanos os trataseis. Sin embargo, el sueño no terminaba ahí, de repente su abuelo desaparecía y aparecía una serpiente, que supuso que era una cobra real de la cual le salían unas extremidades del cuerpo a modo de manos, de tres metros de longitud y cincuenta centímetros de envergadura. Esta lo miraba fijamente y le decía –no te escaparás de mí, no puedes esconderte, algún día te encontraré.– Pero, en ese momento, un destello de luz salía de la nada e impactaba contra la serpiente. En ese momento, Alem despertó y notó que, hasta hace un momento, había tenido la muñeca derecha muy caliente y, justo al ir a mirársela, se topó con el ojo del halcón; profundo, sabio y... con vida. Pero en eso último, el muchacho no cayó, porque volvió a entrar en el mar de los sueños, refugio de la noche.

Tres días antes del examen
Era la cuarta vez que sonaba el despertador del móvil, es en esta cuando una mano de un joven malhumorado por no haber dormido bien apagó la alarma y sacó la cabeza de las sábanas.
Mierda, hoy tengo que ir a ver a Burgos a su despacho, la que me espera. – Pensó mientras se ponía la camiseta y el pantalón. A ver a ver a ver... Vale, voy por la mañana, me quedo allí repasando después de la tutoría (que no creo que tarde mucho) y después vuelvo a casa a comer. Vamos allá pues.
Las puertas del metro se cerraron, a este paso llegaría tarde, necesitaba un milagro y poder coger el autobús que le llevaba a su facultad. Al final, cogió el autobús y llegó a tiempo para la cita. El profesor ya estaba allí, sentado en su silla acolchada pensando en Dios sabe qué.
Alberto Burgos de los Santos, o el “Burlador de Sevilla”, como le llamaban los alumnos, y algún profesor joven ex alumno que se tomaba cañas con Alem, era profesor titular de Termodinámica y próximo catedrático de departamento. Hablando en plata, era un profesor que rondaba los 45 años, soltero o al menos eso aparentaba y con una mente brillante, de eso no había duda.
Pero, como muchas mentes brillantes, era el mismísimo Satanás a la hora de poner exámenes y hacía  caso omiso de sus alumnos. Por otro lado, el mote de “Burlador de Sevilla” se lo había ganado porque dicen las malas lenguas que varios conserjes le han pillado en su despacho con alguna alumna de Erasmus que “quería sacar la asignatura con un trabajo extra”. Alem creía a las malas lenguas, sobre todo cuando, en esas tardes de biblioteca a la hora de ir al baño. Para ir a este desde la biblioteca pasaba por delante de la puerta del profesor. Y, en algunas ocasiones, él juraba ante sus amigos que había escuchado golpes y gritos dentro del despacho, además de haber visto salir de allí alguna que otra Erasmus un tanto desarreglada y con una sonrisa picarona en la cara. Será bueno y todo el cabrón. Pensaba muchas veces Alem. Sino no saldrían tan contentas.
Bueno, señor... empezó a decir Burgos leyendo la lista de alumnos.Aquí está; Ballesta. Como bien sabrá usted no quiero perder el tiempo en estas cosas ya que hay otras más importantes que me aguardan. – Empezó a decir quitándose las gafas para frotarlas con su jersey azul. Pero hay que hacerlas, así que comenzaré a comentarle de qué va a ir su trabajo sobre la asignatura. Antes de que se me olvide le recuerdo que debe entregármelo dos semanas después del examen. El trabajo consiste en…– En ese momento Alem no levantó la cabeza del papel en el que estaba tomando nota de el listado de ejercicios que tenía que hacer como trabajo.
Y eso es todo.Terminó de hablar y se puso de nuevo las gafas. ¿Alguna pregunta?
-No, por el momento ninguna. – Pasaba de preguntarle a este hombre, la verdad es que no le quería ver mucho. Las preguntas que tuviese se las podría hacer al becario del curso. Un chico llamado Mateo que tenía tres años más que él. La verdad es que era muy majo y era más fácil de tratar. Este, además, fue el primero en decirles lo del “Burlador de Sevilla”.
–Pues entonces ya puede marcharse. Aunque antes debe firmar en la hoja de tutorías. Después ya se puede ir. – Reiteró antes de dar la vuelta a su silla giratoria. Alem terminó de firmar y se despidió del profesor, que seguía en esa posición.
–Hasta luego. – Dijo Alem.
Nos vemos en el examen. – Dijo sin moverse de su posición.
Tras todo esto, Alem decidió ir a la biblioteca a buscar un libro que necesitaba para estudiar. Vamos a ver, fundamentos de química, fundamentos de Termoquímica, fundamentos de... – Se repitió mentalmente rozando con el dedo el lomo de los libros que estaba ojeando en la estantería. Sin embargo, de repente una suave brisa acarició la oreja del muchacho.
Hola navegante. Dijo una dulce voz que bien conocía Alem y que había escuchado hace un día por teléfono. –¿Qué tal estás?, que hace dos semanas que no sé mucho de ti. Dijo, con su mirada entre divertida y juguetona (que a él tanto le atraía y le gustaba) pero con un toque aparte que no sabía dilucidar qué era. Parecía, aunque él pensaba en ese momento que estaba soñando, que le comía con la mirada.
El corazón de Alem se aceleró al fijarse en esto, y una sonrisa de idiota se le había colocado en la cara. Él intentó deshacerse de ella comenzando a hablar, pero no pudo. Hola Violeta, pero qué mala eres soplándome la oreja. –Ya lo seré en otras cosas también. Murmuró la chica. Sin embargo, esto último Alem no lo llegó a escuchar.
Pues nada, estoy aquí buscando un libro para estudiar, tengo un problema que no consigo resolver y creo que en uno de estos manuales está la solución, y tu ¿qué tal estás?
Puff, yo estoy agotada, el caso es que no he parado de hacer cosas, entre el dichoso examen, mis clases de danza y el examen de coche no paro. Así que nada, harta de casi todo, a ver si consigo relajarme algo antes del examen. Aunque aún no se cómo lo voy a hacer...– Dijo ella mirando al vacío.
Sí, la verdad es que pareces muy liada. Comentó él intentando evitar el contacto visual buscando el libro para poder concentrarse y no sacar a relucir esa cara de tonto que quería salir a escena como fuese. –A ver si termino hoy la primera parte del segundo apartado. Concluyó Alem. Pero bueno, con este hombre nunca hay que fiarse.
–Ya veo…– Apoyó Violeta. Bueno, voy a seguir estudiando, que te he visto pasar y lógicamente tenía que levantarme a saludarte.– Terminó de decir con una risita que a Alem le resultó de lo más agradable que había en el mundo de escuchar. Luego, Violeta,  se acercó a Alem y le dio dos besos en las mejillas. Sin embargo, esta no fue una despedida normal ya que, en primer lugar, del paso a una mejilla a otra, Violeta rozó con sus labios los labios de Alem y, en segundo lugar, el segundo beso de Violeta fue en la comisura de la boca del chaval.
Hasta luego. Dijo definitivamente Violeta alejándose rápidamente.
-Adiós…– Quiso decir Alem, sin embargo solo le salió un murmullo. Estaba un tanto conmocionado por lo que acababa de ocurrir.Esto no es posible. Pensó. No es posible, esto es un sueño o son imaginaciones mías, ¿ha pasado lo que creo que ha pasado?, no puedo creerlo. ¿Esa mirada que he observado y estos dos besos han sido como creo que han sido o cada vez estoy más loco? Siguió debatiéndose mentalmente. Bueno, terminemos de buscar el libro. Determinó de forma definitiva para quitarse ese tema de la cabeza. Con la que me viene encima no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.– Dijo finalmente.
Próxima estación; Arturo Soria.La voz del metro sacó a Alem de sus pensamientos. Se puso en pie y se dirigió a la puerta de salida. Abrió la puerta y se dirigió a su casa.
Al llegar a casa vio que tenía un mensaje de voz. Era de su madre.Hola hijo, ¿qué tal estás?, por el momento a nosotros nos está haciendo buen tiempo en Boiro. Aunque estemos a medidados de mayo ayer tu padre se quemó el cuello por no echarse crema a la hora de dar el paseo. Por otra parte, tus abuelos están bien, hoy se han ido a Santiago a ver la catedral como cada año. Así que nada, tengo ganas de que dentro de dos semanas vengas a relajarte y descansar, que ayer te escuché un tanto estresado. Pues eso, llámame cuando puedas. Muchos besos hijo mío. Y el mensaje terminó con un sonoro beso.
Al terminar de oír el mensaje. Alem se sintió nostálgico. Echaba un poco de menos a sus padres y abuelos. La verdad es que era la primera vez que se quedaba tanto tiempo en la casa de sus abuelos solos. Además, le daba un poco de miedo. Era como un pequeño chalet de dos pisos con un patio de 50 metros cuadrados y no tenía muchas reformas, con lo cual parecía un poco viejo y le daba un tono de majestuosidad y de respeto. Esta era la casa que construyó su abuelo con su bisabuelo hace cincuenta años al llegar ambos de Galicia, de un pueblo llamado Allariz.
Es curiosa la forma en que se habían conocido sus padres. Su madre, al igual que su él, era medio Holandesa. Su abuela se refugió en Holanda por la Guerra Civil y allí conoció a mi abuelo. El caso es que su madre vino a estudiar a España la carrera de Farmacia, y su padre estudiaba biología, lógicamente ambos estudiaban en la misma universidad. Sin embargo, algo más les unía, el año en que su madre vino a estudiar era el que ayudaba a los extranjeros en la universidad, y de ahí se conocieron.
Alem llamó a su madre tras escuchar el buzón de voz y le comentó como le había ido el día sin entrar en muchos detalles. Le enumeró el encuentro con Burgos y con Violeta y su tranquila llegada a casa. Tras esto, su madre le estuvo contando de forma pormenorizada su día, y aunque normalmente Alem se cansaba un poco, esta vez, como anhelaba a sus padres, sorbió cada palabra que su querida madre le decía.
Tras la conversación, se puso a hacer la cena. Hoy le apetecía un arroz cuatro delicias con guisantes, puerro, zanahoria y manzana. Después de comérselo tranquilamente mientras veía un programa en la televisión se intentó poner a estudiar, pero el sueño pronto le hizo desertar de su empresa. Mañana seguiría con la primera parte de ejercicios y pensaba terminar la segunda parte de la teoría. En fin mañana será otro día.Pensó antes de cerrar los ojos  sumergirse en sueños.

Dos días antes del examen
Había sido un día desastroso; se había despertado tarde, el desayuno se le había quemado y los platos de la comida se le habían roto. Luego, en el estudio no había avanzado mucho, aún le quedaba la mitad de lo que quería estudiarse, pero bueno, eran las 6 de la tarde, tenía tiempo para quitarse ese medio que le faltaba. Al llegar a casa siguió estudiando. Sin embargo, un escalofrío le recorrió la espalda y un mensaje se le coló en la mente: “Tu destino te aguarda. Ven a enfrentarte a mí. Ya sabes dónde me encuentro.”Al término del mensaje, apareció en su mente la siguiente imagen: unos dedos gigantes de piedra que parecían proceder de una mano de un gigante que se encontrase bajo tierra. Alem conocía bien ese sitio ya que había ido mucho de pequeño con sus abuelos paternos en vacaciones. Era el Campo de las Naciones, este se encontraba a media hora en metro y una hora andando desde su casa.
Mierda.Curiosamente esa fue la primera palabra que, tras captar el mensaje, produjo la mente de Alem. Luego, la misma se repitió mil y una veces antes de pensar algo coherente. Lo  primero que hizo Alem tras esto fue intentar serenarse y pensar con claridad.Mierda. Repitió. A ver, vamos a coger el rompecabezas y vamos a ponernos en camino. No podemos perder más tiempo. Confiemos en el entrenamiento que hemos recibido y acabemos con esto.– Terminó de decir mirado a su reloj.
Alem subió a su habitación y de una esquina de su armario sacó el rompecabezas de madera. Al cogerlo  se le pusieron los pelos de punta. Es cierto. Pensó. Desde que lo guardó en ese lugar cuando llegó no lo había vuelto a coger, ni siquiera lo había tenido en su primer enfrentamiento del que salió por los pelos gracias a la ayuda del amigo de su abuelo.

Dos meses atrás
Corría por el parque de Pinar del Rey, muy cerca de su casa, aún hacía un poco de frío para correr en manga corta, pero Alem las sudaderas le molestaban. Le gustaba correr, era una actividad que le relajaba muchísimo, para él no era quemar grasas. Para él salir a correr era quemar pensamientos negativos, era como volar y dejar las preocupaciones en la primera zancada. Era, en definitiva, olvidarse de sí mismo, de que existía: una experiencia maravillosa.
Pero aquel día pasó algo fuera de lo común. Sintió que alguien o algo lo seguía y no sabía de qué se trataba por mucho girar la cabeza hacia atrás y por mucho apagar el reproductor de música para escuchar su alrededor. Nada, sabía que no estaba solo pero no sabía que era, es por ello que, al minuto veinte decidió darse la vuelta a casa. El camino estaba muy iluminado y creía que a la mínima podría ver a su supuesto perseguidor y huir de él. Sin embargo, a los dos minutos de volver a casa, un nudo se le clavo en la zona del pecho, un nudo que le mantenía inmóvil y le paró casi por completo la respiración. De repente, sentía que iba a desmallarse, se notaba frío y estaba pálido como la cera, no sabía que pasaba pero tenía la certeza de que todo iba a acabar.
Sin embargo, no fue así, del reloj que había pertenecido a su abuelo empezó a surgir una luz; intensa, cegadora. El reloj empezó a quemar y este destello salió disparado en una dirección. A los cinco metros el destello chocó contra una zona que de repente se volvió oscura y después luminosa, revelando una forma que había permanecido oculta.
Al volver a mirar el reloj, Alem se dio cuenta de que el halcón ya no estaba y que en el lugar en el que había abandonado hace un momento la imagen del destello chocando contra una sombra que iba tomando forma se estaba llevando a cabo una batalla encarnizada entre una luz flamígera y a la vez dorada que tenía forma de un halcón contra otra forma corpórea que desprendía una luz escarlata que parecía ser una cobra real muy parecida a la de los sueños.
Su longitud posiblemente era de dos metros y medio y su grosor era, como mínimo de 45 centímetros de diámetro.
“¡Ayúdame! Necesito que te concentres y vengas a mí, necesito tu fuerza para luchar. Si quieres salir vivo de esta tendrás que hacer lo que te pido.” Esas fueron las palabras que resonaron fuertemente en la cabeza del joven  y parecía que procedían del halcón. No se lo podía creer, ¿qué estaba sucediendo?
Alem se levanto del suelo ya recuperado y le preguntó al ave qué debía hacer exactamente. A esto el ave le respondió que debía meterse en su mente con él y proporcionarle energía para poder seguir adelante. Alem se concentro en mirar al halcón y de repente vio que ya no estaba mirando desde su posición, sino que estaba luchando con aquel reptil gigante como si fuera el halcón. Pero no era “como” si fuese el halcón, es que “era” el halcón.
Tras ocurrir este contacto, el halcón, que hasta ese momento estaba perdiendo y su brillo se estaba extinguiendo, sufrió una explosión de energía y el color escarlata se volvió rojo un   cada vez más granate y sobre todo el pico del halcón empezó a volverse con un color granate oscuro, denso. En este periodo de tiempo, el halcón voló a seis metros de altura y cayó en picado como una flecha sobre su objetivo.
La serpiente intentó defenderse de este ataque, pero fue en vano. El halcón atravesó con el pico y con el ala el cuerpo de la serpiente, pero fue en vano. La luz escarlata se volvió opaca en la zona donde había atacado el halcón.
¡Idiotas! dijo la serpiente Con esto no conseguiréis dañarme. Después, la serpiente paso su lengua por la zona malherida y rápidamente se curó.
Y, al contrario que la serpiente, Alem se notaba cansado dentro de la conciencia de ese ser con el que estaba unido mentalmente. En esos momentos, el halcón estaba perdiendo brillo, se estaba apagando.
La cobra observo esto y se rió. No sabía por qué, pero Alem pensó que todo estaba perdido. Al los pocos segundos volvió a estar en su cuerpo y vio que el reloj volvía a tener al halcón dentro. Lo único es que ahora el relieve se veía difuminado, como si hubiese humedad dentro de la esfera.
El reptil se acercó hacía él mostrando sus afilados colmillos y a pocos pasos de distancia se tiró al muchacho. Sin embargo, antes de que la serpiente llegase hasta Alem, destello de color azul golpeó a la serpiente hacia atrás, tirándola al suelo. Tras esto, una persona salió de la oscuridad.
Levanta, este lugar no es seguro. El hombre que cogió a Alem del brazo para levantarle era un hombre mayor, con un abrigo de felpa gris y con un bastón en su mano derecha. Tenía el pelo cano, ojos azules oscuros, y una tez blanca como la nieve. Con esto concluyó que no era una persona nacida aquí sino que procedía del norte de Europa. Luego, tras unos segundos, Alem supo que era holandés, debido a que había hablado antes en holandés, aunque al principio por el shock no había caído en ello.
Mientras que el hombre levantaba a Alem. El destello había tomado forma de oso y ahora este medía distancias con la serpiente para un próximo ataque. Pocos segundos después sucedió lo previsible; el oso se lanzó sobre la serpiente enseñando su poderosa mandíbula y la serpiente saltó con sus colmillos. Ambos rivales se encontraron peleando en el suelo. Tal era la fuerza de la serpiente que con su cola consiguió más de una vez quitarse al oso de encima. Sin embargo, el resultado empezó a ser predecible; la serpiente estaba perdiendo ese destello escarlata que mostraba y se iba apagando más, mientras que el oso no estaba perdiendo ese tono azul que tenía. El combate se extendió un par de minutos más, hasta que la serpiente le lanzó un puñado de arena con la cola a los ojos del oso y huyó en la noche.
Maldición.Susurró el hombre mayor. Ya casi lo teníamos. En fin, está débil, con lo cual no creo que te vuelva a atacar en mucho tiempo, ha perdido mucha fuerza y debe recuperarse.Terminó de decir. Tras esto, se llevó una mano a al chaqueta en la cual tenía un pin sujetó. En ese instante el oso se volvió un destello de nuevo y fue directo al pin.
Aún asustado, impresionado, atónito y sudoroso. Alem comenzó a preguntar el qué había pasado. El hombre, a toda respuesta, le respondió lo siguiente: Vente a mi casa, empieza a hacer frío y sé que te gusta el chocolate caliente.
Tras esto, el viejo y el joven realizaron un camino en silencio hacia la casa de este hombre, Alem estaba agotado y  tenía frío, es por ello que no dijo nada, le había salvado la vida y por ello, entre otras cosas que aún no comprendía, confió en él. Al llegar a la casa de su salvador, el muchacho observó que era una casa alquilada y que se encontraba a cinco minutos de la casa de Alem.
-Iré por partes y no quiero interrupciones. Las preguntas para el final. –Explicó el viejo de forma tajante pero cariñosa. Alem afirmó con la cabeza. –Bien, por donde empezar. Vale, ya lo sé. Vamos a ver, en primer lugar te voy a explicar qué has visto. Eso que has visto, esos destellos que han tomado forma es nada más y nada menos que energía. Simple, pura y llana energía. –Dijo antes de terminar de echar tabaco en su pipa y empezar a fumar. –Ahora te preguntarás qué clase de energía es. Pues bien, como dijo Einstein, la energía ni se crea ni se destruye. Esta energía que hemos visto es energía que proviene del interior del cuerpo humano que, por dejar de funcionar, deja de poder almacenarla y se libera. Es, lo que se denomina comúnmente como alma. Por ejemplo, cuando nosotros pensamos no pensamos gracias a esa capacidad biológica que nos confiere el cerebro. Sino que se necesita un componente más y ese es el que aporta la energía. En definitiva, somos cuerpos energéticos que estamos dentro de cuerpos sólidos, pero que luego, al dejar de funcionar estos cuerpos la energía se escapa de ellos; se “transforma” por decirlo así. – Y dio una calada a la pipa.
Ahora, por si no te ha quedado claro lo primero, cosa no que dudo. Dijo antes de dar otras dos caladas más. Te preguntarás qué pasa con esa energía. Bien, según muchas religiones, las almas van al cielo o al infierno. Pues en realidad es algo semejante, lo que ocurre es que si estos cuerpos energéticos o “almas” tienen energía positiva, irán a un “cielo” donde al cabo de un tiempo puedan decidir volver a tener un cuerpo físico en el que contenerse, esto se podría llamar “reencarnación”. Luego, ¿qué pasa con las almas con energía negativa?, verás, lo que ocurre es que estas van al “infierno”. Allí, estas “almas” se purifican y vuelven a “reencarnarse”.
Este ciclo ha sido así desde siempre, sin embargo, hay temporadas en las que el infierno se llena de almas a purificar y es cuando las almas negativas se quedan en el limbo, que se encuentra aquí, en la Tierra. Esto causa que la energía negativa de estas almas se quede como un residuo allá por donde vayan provocando que los cuerpos físicos se intoxiquen de energía negativa y, por ende, se intoxique su interior. Alem empezó a beber el chocolate caliente que le había preparado, era muy reconfortante y era cierto que le gustaba mucho.
Que el infierno se llene y que las almas negativas se queden en la tierra suele pasar cada dos o tres siglos  debido a diferentes factores tales como guerras, plagas, desastres naturales, etc. Y, por ello, existimos nosotros. Así que es momento de presentarme– dijo estrechándole la mano a Alem– soy James, yo te envié el reloj y el rompecabezas y, al igual que tu abuelo y ahora tú (que has ocupado su puesto), tenemos el deber de capturar estas almas con energía negativas y guardarlas hasta el momento en el que muramos y seamos relevados de nuestro deber. Es en ese momento cuando estas almas que, gracias al hecho de haberlas capturado en su estado más débil, se purificarán e irán al “cielo” para “reencarnarse”.Terminó de decir James antes de darse la vuelta y mirar su reflejo en el cristal de la ventana.
Nuestra tarea se pasa de forma hereditaria de abuelos a nietos. Puede ser que nos toque una época en la que el infierno se encuentre con una gran capacidad o puede ser todo lo contrario y se haga este trabajo sin pena ni gloria. Aunque, por desgracia, nos ha tocado una etapa muy ajetreada.
»El caso es que nuestros dos únicos objetos son el “Protector” y la “Cárcel”, y estos se transfieren de manera hereditaria a no ser que se rompan o se pierdan, si esto ocurre el objeto perdido debería reemplazarse por otro mediante un ritual. En tu caso, el primero se corresponde con el reloj y el segundo con el rompecabezas. Y sirven para algo que ya debes estar intuyendo; el “Protector” debilita la energía maligna y la “Cárcel” la guarda y purifica. Por otro lado, debes saber que estos no son sus verdaderos nombres, pero pasa lo mismo que con “cielo”, etc. no sé como definirlo exactamente.– Dijo suspirando y agitando un poco la cabeza.
Luego, de los dos objetos, el que me interesa que sepas cómo funciona es el “Protector”, este es una energía positiva que está unida a ti cuando eres su propietario, cuando se activa, es casi como un músculo de tu propio cuerpo. Es parte de ti y tú eres parte de él. Su origen exacto no lo sé tampoco, unos dicen que el “Protector” fue una persona que debía muchísimo al primer miembro de cada linaje que realizó este trabajo. Otros dicen que es un “ángel” enviado por Dios. Yo… la verdad no sé qué pensar. Por ejemplo, mi Protector Ejewel no sabe nada de su origen.Terminó de decir el viejo.
Alem estuvo pensativo un momento aquello le sonaba muy irreal, pero sin embargo todo le encajaba con facilidad. Era como si fuese una parte de él que estuviese ahí y, simplemente, no le había prestado atención. Miró su reloj y vio que la esfera estaba un poco más nítida que antes, y que ya eran las 11 de la noche. Cómo pasaba el tiempo, de su casa había salido a eso de las 7, menos mal que estaba solo en casa, esa noche su familia se había ido a cenar fuera.
Ahora, tras todo esto, creo que estás más preparado para escuchar lo que te quiero decir. Esto es muy duro de decir y con sólo pensarlo me entran ganas de llorar y de rabia. A ver, tengo que decirte que… tu abuelo no murió por un accidente. La criatura que te ha atacado hoy es lo que produjo el accidente manipulando el mecanismo del coche. Era el último enemigo con el que se enfrentó tu abuelo, este se le escapó y semanas después le mató.Los ojos del hombre miraban al joven que se acababa de levantar fijamente, intentando calmarle y mostrándole que lo que le contaba era verdad.
¿Qué? Exclamó Alem echándose las manos a la cabeza. Su mundo se vino abajo en un momento, un par de lágrimas le cayeron por las mejillas, una era de tristeza profunda y la otra era de rabia y deseo de venganza.  –Maldito, asesinó a una de las personas que más quería en este mundo. No se saldrá con la suya.– Terminó de decir.
Por desgracia, estas energías negativas se dedican a hacer el mal y por ello quieren liberar las “almas” que nosotros almacenamos. Es por lo que le atacó.– Dijo James mostrando una tristeza que no había aparecido antes. –Para ello deben matarnos y que no haya alguien que pueda ocupar nuestro cargo. Es decir, un nieto o, en última instancia, una persona con la que tengamos lazos afectivos muy fuertes. El caso es que tu abuelo ya no tenía tanta fuerza como antes, estaba débil y le pilló desprevenido. Tras su muerte, te envié los objetos de tu abuelo, ya que tu eras el heredero que él escogió porque estaba orgulloso de ti y su psicología y la suya son muy semejantes, esto facilita enormemente el poder contactar con tu protector, cuanto menos tuvieses en común con él, más difícil sería contactar con el protector. –Concluyó, quitó las cenizas que tenía en la pipa y se echó más tabaco.
Entonces… si tú vivías en Amsterdam, ¿qué haces aquí? Dijo Alem, la verdad es que tenía una idea del porqué, pero prefería que se lo contase él mismo.
Eso es porque tras lo de tu abuelo temí por ti y mis temores se han hecho realidad. Si no llega a ser porque tú llevabas el reloj y porque yo sentí lo que pasaba, ahora mismo estarías muerto y el trabajo de tu abuelo habría sido destruido. Ese monstruo se volverá a enfrentar a ti y en esa ocasión no te voy a poder ayudar. Debes ganarte el derecho a ser lo que tu abuelo fue.Alem se alarmó al escuchar esto, no podía enfrentarse contra ese ser, nunca se había sentido tan mal, su sola mención le provocaba escalofríos y la cara se le ponía pálida, necesitaba dos sorbos de su chocolate para recuperarse. Y, por ello, rápidamente replicó.
Pero, no puedo enfrentarme con esa cosa. Hoy casi muero, qué te hace pensar que la próxima vez no ocurra. Además, venció a mi propio abuelo tal como tú dices.Replicó ahora con una cara que reflejaba más miedo que antes.
No te preocupes. –Intervino haciendo un gesto de calma con la mano.– En primer lugar, no derrotó a tu abuelo, le mató por la espalda. En segundo lugar, todos hemos tenido que hacer frente esta prueba. Y, finalmente, antes de que te enfrentes a él quedan, como mínimo 7 u 8 meses. Yo te voy a entrenar y estaré vigilándote hasta que vea que estés preparado para combatir...
El recuerdo de la conversación cesó y Alem volvió a ver el rompecabezas, lo cogió y notó el peso de todas las “almas” que si el no llegaba a purificar, esta noche volverían a ser negativas. –Bien, allá vamos. – Se puso la chaqueta con decisión y manteniendo la mente en frío apartando todo sentimiento de rabia posible (en estos casos sólo eran fuerzas para su enemigo como le habían explicado) y salió de su casa con la firme intención de volver para seguir estudiando el puñetero examen, del cual le quedaba un poco. “Soy un chico responsable al fin y al cabo.”. Ese fue su único pensamiento irónico.
Aún hacía calor cuando Alem llegó al parque. Sólo quedaba una hora de apertura y no sabía qué iba a hacer para eludir a la seguridad si no conseguía terminar el combate a dicha hora. El sol ya se había puesto y desde el parque se veía la carretera de la M-40, varios edificios de empresas  y el Corteinglés. En tres minutos llegó a la zona de los donde estaba la mano y esperó.
De repente sintió como el frío inundaba su cuerpo de nuevo, como hacía varios meses. –Ya está aquí.– Pensó. Es en ese momento cuando empezó a crear un escudo de energía positiva a su alrededor para no caer en la trampa tal como le había enseñado James en Semana Santa. Tres tardes en un parque de Amsterdam le había costado dominar medianamente esta técnica que, según James, era fundamental.
En ese momento, una sombra tomó forma y empezaron a salir destellos escarlatas. Estaba allí. –Vaya, vaya, vaya. Creía que no vendrías. – Dijo lentamente la cobra a la que había visto en tantas pesadillas desde hace siete meses. –Veo que tu amiguito no está presente, ¿qué le ha pasado? Ah, ya veo, como soy tu primer enemigo debes vencerme solo. –Terminó riendo el reptil.
Tienes razón asesino. Debo vencerte solo, pero ya no estoy tan indefenso.Repuso Alem con un tono de ira controlada. – Este es tu final. –Tras decir esto, Alem miró al halcón de su reloj y le dijo mentalmente. –Es la hora, sal y venzamos juntos a este ser. –Una luz empezó a brillar en el reloj de Alem y de repente, un halcón de colores dorados y rojos emergió de su interior. Ahora, en comparación con el primer enfrentamiento. El halcón era un poco más grande y su luz era más densa. –Se notan los enfrentamientos con el oso de James y Fagnor.– Pensó. Ese era el nombre de su halcón, lo había descubierto en sueños, y desde entonces había mantenido alguna que otra conversación con él. Aunque últimamente no habían hablado ya que el chico estaba muy liado con trabajos, exámenes y demás.
Entonces empezó el combate. Los dos animales se miraron el uno al otro y midieron las distancias. Fue la serpiente la primera en atacar y Fagnor esquivó el ataque elevándose en el aire. Tras esto, realizó una maniobra en picado hacia el ser de color escarlata y le atizó con el picó el la cabeza con el que consiguió marearle. Después de esto, el halcón intentó una maniobra para coger a su rival por la espalda, pero ya recuperado del ataque en la cabeza, el reptil consiguió dar un latigazo al ave en un ala. Dejándola un poco malparada.
-Vamos Fagnor, no podemos perder. –Dijo Alem, mientras unía su conciencia con la del pájaro. Ahora esta conexión le era muy natural, incluso necesaria si no se conectaba con él de vez en cuando, era una parte más de su ser. Tras la conexión, el ave se recuperó de la herida sufrida y con la energía del muchacho se hizo más bella y poderosa. Es en ese momento cuando la serpiente volvió a atacar, ahora enseñando los colmillos. Fagnor y Alem, como uno solo, repelieron el ataque y se lanzaron hacia el reptil el cual le cogieron con las garras y le subieron hacia el cielo a una altura de seis metros.
 –Maldición, ¡Soltadme, soltadme! – Repetía la cobra. –Sin embargo, al subir a los ocho metros el halcón empezó a caer en picado hacia el suelo y empotró a su contrincante contra el suelo. Tras esto, rápidamente subió a dos metros y empezó a concentrar energía en su pico, como en el primer combate. Lo único que esta vez se veía que el pico contenía más fuerza que antes. Luego, cuando Alem ya no pudo concentrar más energía en el pico de Fagnor, este atacó con violencia y el reptil no pudo esquivar el ataque debilitándose por completo. Tras esto, Alem volvió a su cuerpo, sacó el rompecabezas de su bolsillo y se acercó al extraño ser que ahora estaba muy debilitado, apenas no podía moverse y su luz estaba muy opaca. Cuando la bola estuvo muy cerca de la cobra se iluminó con una luz blanca. Y la serpiente se transformo en un destello y este se introdujo en la bola que tenía delante. Tras esto, el rompecabezas se iluminó más y muchos puntos pequeñísimos de color blanco subieron a las alturas hasta desparecer, Alem comprendió que las almas capturadas habían sido purificadas por completo y significó que él había superado la prueba.
Una voz que Alem conocía muy bien se oyó desde el interior de la esfera: “Muy bien Alem, mi pequeño nieto, sabía que lo conseguirías”. La voz se fue apagando lentamente y empezó a llorar. Lloró por la muerte de su abuelo, por la tensión de estos meses y por la alegría al ganar en el combate. –Hasta siempre abuelo, hasta siempre. –Dijo entre murmullos.
Tras esto, Fagnor volvió al reloj. Extenuado, el muchacho decidió descansar diez minutos y se fue a casa con unos ojos enrojecidos y media sonrisa en la cara.

La víspera del examen
Alem se levantó muy pronto aquel día. Tenía que estudiar aún mucho y casi no le quedaba tiempo, además iba a ver esta tarde a Violeta y era difícil que estudiase con ella. Sin embargo, un mensaje de Violeta le llegó al móvil: Al final, el otro día en la biblioteca comprendí lo que no entendía, solo hay una parte que no entiendo y, como no tengo tiempo a estudiarlo, me la jugaré en el examen. La verdad es que me gustaría que me lo explicases, pero me han encargado cuidar de mi hermano y con él es imposible estudiar  aunque me habría gustado verte. De todas formas, siento haberte molestado. Besos, Violeta.
Tras leer esto Alem se desilusionó un poco. Además, le había estado dando vueltas a las últimas veces que había estado con ella y pensó que estaba mostrando atracción hacia el y, por ello, hoy tenía un plan para lanzarse de nuevo sobre ella. Así, si no resultaba, podía decir que había sido por el examen y los nervios (que en gran parte era verdad), consiguiendo que no se enfadase tanto, de eso estaba seguro.
Luego, Alem siguió estudiando hasta que dieron las dos de la mañana y consiguió terminar todo el temario a tiempo.


El profesor Burgos se aclaró la voz, bebió un largo trago de agua de su botella de cristal y continuó hablando. Y esto es lo que contestó el señor Ballesta. Dijo Burgos antes de leer el ejercicio del joven. Alem recordó entonces cómo había sido ese examen. En una palabra: catastrófico. Sin embargo, esa pregunta le hizo reírse un buen rato, no sabía si por lo que él sabía, por el cansancio acumulado de tantos días, a saber por qué lo hizo. En cualquier caso, no contestó de acuerdo a sus actuales pensamientos y, de repente, se dio cuenta de que esa pregunta tenía algo personal por lo cual podría darse por muerto. –Mierda.– Pensó y echó una última mirada de reojo a Violeta mientras aún le consideraba un buen amigo. Porque con la respuesta su amistad seguro que se vería tocada, al menos por un tiempo. El caso es que, tal como leyó el profesor, Alem contestó lo siguiente:
Pregunta nº 2. "¿Es el Infierno exotérmico (emite calor) o endotérmico (absorbe calor)? Justifica tu respuesta.
Primero, necesitamos saber cómo varía en el  tiempo la masa del  Infierno. Así, necesitamos saber la frecuencia con la que  las almas entran en él y la frecuencia con la que salen. Opino que podemos  asumir sin ninguna duda que, una vez que un alma ha entrado en el  Infierno, ya no sale nunca más. Así pues, no hay frecuencia de salida. 
Para calcular cuántas almas entran en el  Infierno, tengamos en cuenta las distintas religiones que existen hoy en día en  el mundo. La mayoría de estas religiones afirman que, si no eres miembro  de ella, irás al Infierno. Debido a que hay más de una de estas religiones  y teniendo en cuenta que una persona no pertenece a más de una religión al mismo tiempo, podemos afirmar que toda la gente y todas sus almas van al Infierno.  
Con las tasas de natalidad y mortalidad llegamos a  la conclusión de que el número de almas que ingresan en el Infierno crece exponencialmente. 
Ahora miramos la variación del volumen del  Infierno ya que la ley de Boyle establece que, para que la temperatura y la  presión en el Infierno permanezcan invariables, el volumen de éste se tiene que expandir según se van añadiendo almas. Esto nos da dos posibilidades:
1.- Si el Infierno se expande a una velocidad  más baja que la frecuencia a la que entran las almas, entonces la temperatura  y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste reviente.
2.- Por supuesto, si el Infierno se expande a  una velocidad mayor que la frecuencia de entrada de almas, entonces la  temperatura y la presión caerán hasta que éste se congele. 
Así pues, ¿cuál es la conclusión? Si aceptamos el postulado que enunció mi compañera Violeta López en el primer año de carrera, y que decía: "El Infierno se  congelará antes de que yo me acueste contigo", y dado el hecho de que todavía no lo he conseguido, entonces el enunciado número 2 no puede ser cierto, así que la respuesta es: el infierno es exotérmico.
Mientras que el profesor leía esto, Alem  quería esconder su cabeza donde fuese, tal como un avestruz.   
Al terminar de leer, toda la clase se quedó pasmada, y muchos ojos no dejaron de mirar a Alem, mientras que el resto empezaron a mirar a Violeta. En ese momento Alem se sentía avergonzado y odiaba más que nunca a ese profesor y ahora tendría que pedir perdón a Violeta por lo ocurrido, lo cual le costaría mucho porque en ese momento tenía una cara roja de enfado, aunque, también... de vergüemza.

Prólogo
Alem estaba tumbado, tapado a medias con una sábana y mirando un techo que no era el de su habitación. –Si ahora mismo Burgos corrigiese tu examen, sabes que estarías suspenso o, al menos, tus postulados no serían correctos.– Dijo Violeta mientras acariciaba los labios y el torso de Alem. El cual se puso medio serio, la miró fijamente, negó con la cabeza y dijo. –No tienes remedio.– Y estalló a reír al no aguantar más esa máscara de seriedad porque rebosaba de felicidad. 







Perdonad por el blanco, no sé porqué sale.
Saludos y salud!!